-A
veces me pregunto –dice Pepe Ruiz frente a su café con leche muy muy caliente-, después
de tanto viajar y trabajar, qué me ha quedado. No tengo casa, no tengo dinero ahorrado…
Nos
miramos en silencio mientras toma una palmerita más del plato. Tras masticarla
despacio añade:
-Pero
entonces recuerdo todas las sonrisas de los chicos, las miradas que brillaban y
me parece que tengo algo increíble. Sé que lo que he hecho merece la pena.
Mientras
apura el café con leche, pensamos que ojalá pudiésemos nosotros aspirar a la increíble riqueza que amasaron el Tiranicida y el Osito Cucuza...
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